
Escuchando música clásica, con cielo nuboso y el ambiente foráneo frio; leo los diarios y no puedo imaginar lo que pasa en los ambientes políticos, espantado, me largo a escribir unas letras y me pregunto… ¿Dónde quedó la moral? Buscando la respuesta, como si fuera otro, trato de contestarme.
Encuentro varios factores de la crisis moral en nuestro país: Desde el intento de ostracismo en el 2001, hasta ésta parte han pasado varios motivos por los cuales estamos como estamos.
Haciendo un recuento ésa crisis, con el intento que se vayan todos, tocándole los bolsillos a la mayoría de los argentinos; tuvimos dos años de apaciguamiento, adormecimiento; ingenuidad del pueblo argentino de ver un país pacificado.
En las elecciones del 2003, fuimos engañados con un retiro de una segunda vuelta y ganó el menos malo para gobernar.
Néstor Kirchner, con su estilo propio, informal, desarreglado y dando vueltas su bastón de mando, como no sabiendo que hacer con él, tomó a chiste mi país, dejó que tome rumbo solo, no dando información al pueblo de lo que haría y aburrido por no saber, se dedicó a renombrar el pasado como si fuera el presente; abriendo heridas que ya no eran, sino en la conciencia de cada uno y vio la veta armamentista de los años setentas; no ocupándose de lo que tenía que hacer, descolgando cuadritos e incitando a la violencia y separación de los argentinos.
Cuatro años de nuestra vida perdidos por el “divide y reinarás” malentendiendo a un Maquiavelo varias veces leído y mal interpretado.
Llega con él, las crisis de pensamiento y la división de la mentalidad de un buen pueblo, como si fuera una batalla napoleónica divide las fuerzas en lugar de concentrarlas, en tiempos de paz, crea una guerra, inventa un partido, con bases robadas del justicialismo e interviene el mismo, pagándole a sus integrantes para que su elección sea aprobada.
Estuvo cuatro años, hasta su muerte, armando milicias ilegales, desarmando las fuerzas armadas, desmantelando el estado, sobornando jueces, viendo y logrando autenticidad de sus actos, colocando jueces en la corte suprema de justicia, “El” es amo, señor y dueño del cerebro de los jóvenes.
Elije a dedo a “la pinguina”, más platense que “Estudiantes de La Plata”, llegaron a mentirle a toda una sociedad dormida y apaciguada por los quehaceres domésticos.
Cristina Fernández, quien continúa con una política aconsejada por su marido, ya que ella no puede gobernar, ya sea por falta de capacidad, porque no sabe o porque no es, disfruta de una herencia como si fuera María Antonieta, no siendo autóctona de su país.
Luego de la muerte de su marido, le queda la herencia: Un ejército de milicias ilegales, esos obsecuentes que no piensan sino en un futuro para ellos, olvidándose de los hermanos con hambre y dándole migajas sin el esfuerzo del trabajo, igualando a la clase media para abajo y aumentando la riqueza de los ricos, haciendo creer falsamente en un progresismo probo.
Hoy los argentinos estamos desorientados y los que piensan son degradados por jóvenes fanáticos que dicen ser los dueños de la última verdad, sin fundamentos en sus pensamientos.
En ocho años de gobierno han destruido lo mejor que teníamos, el cerebro y la educación de nuestros jóvenes, fanatizados por la mentira, el engaño y la espectacular corrupción nunca vista en nuestro suelo.
Han destruido hasta los cimentos de la educación, el cerebro de los maestros que sufren todos los días tratando de que se los respete, destruyeron el corazón de los médicos para su sanación y a los trabajadores públicos le han impuesto el miedo y el silencio.
De lo resumido, pretendo un examen de conciencia, a cada uno; pensando en el futuro de nuestros hijos, para que ellos no tengan dudas de lo que se pretende, que es vivir en paz y prosperidad; que piensen que el progresismo es elevar la clase baja, que la clase media sea alta y que la alta siga siendo alta; justicia sin corrupción, con jueces intachables en su conducta dentro y fuera de un recinto.
La crisis moral se soluciona desde arriba hacia abajo, tomando acciones rápidas en contra de lo inmoral y pensando con sentido para el bien común.
José Luis Senlle
www.jsenlle.blogspot.com