domingo, 4 de febrero de 2018

NI COMUNISMO NI CAPITALISMO



Ante un despertar raro, no sabiendo si es tuve un sueño o una pesadilla, me levanto preguntándome cómo hicimos como sociedad para llegar hasta acá.

Aún entre los vapores de la ensoñación, decido entablar un diálogo discrónico con Thomas Robert Malthus (1766-1834) fue un clérigo y erudito Británico con influencias en economía política y demografía, fue el primero que dijo que la población crece más rápido que los recursos.

Ésta definición me hace pensar que si queremos vivir bien hay dos salidas: Aumentamos los recursos o disminuimos la población y la pregunta que me hago parece fatídica ¿Qué es más fácil?
Somos muchos para pocos recursos; ¿Es más fácil disminuir la población mundial o aumentar los recursos alimenticios?

Para dilucidar mi problema le pregunté a Charles Darwin que hacemos. Me contestó: Según la selección natural, los menos aptos abandonan la partida a favor de los más aptos para la supervivencia.
Las modificaciones genéticas permiten que unos se adapten y otros no.

Adolf Hitler me diría que su concepción no estaba equivocada y es por eso que surgió la segunda guerra mundial para la supervivencia de una raza superior, no lo consulto porque “Su Lucha”, horrorizó a la humanidad.

Ante tamaño dilema, me rasqué la cabeza, no pude seguir durmiendo y  le pregunté a Charles Sumner (1811-1874), quien me dijo que la libertad y la desigualdad permiten el crecimiento de las clases aptas para la supervivencia; mientras que la restricción de la libertad y la igualdad ayudan a los menos aptos para supervivir, mientras que la población total se estanca; le pregunté a Don Charles Sumner si éste dilema sería igualar para abajo y me contestó afirmativamente.

Medianamente convencido por lo que me dijo, me reúno con Karl Marx, obviamente él fuma habanos importados, no convidó ninguno ya que disfrutaba de dos medidas de Jack Daniels y me dijo: Dr. Todos para uno y uno para todos y le pregunto… ¿Y a D’artagnan donde lo ponemos? Y el hombre, medio caído por las cuatro medidas de whisky y siendo las tres de la mañana me contesta: No se mijo, eso es cosa suya. Acto seguido, se levanta y se va a  dormir, chocándose con los marcos de las puertas.
Me voy, desahuciado por no haberme contestado las preguntas necesarias pienso…
Si en un bote entramos 40 personas y suben 70, el bote no llega a puerto, con escasa comida y agua; que haría yo…

Razono, sálvese quien pueda y elijo mi libertad pero, si elijo mi libertad, restrinjo la libertad del menos apto para la supervivencia del más apto y si no hubiese elegido ésta opción no podría contar ésta historia.

La enorme diferencia entre la igualdad y la equidad no la entiende nadie y tengo que estar vivo para explicarla.

La enorme diferencia entre la libertad y el libertinaje la entienden los eruditos éticos.

Lo que hace falta a ésta sociedad es educación y alimentación para que nos cuidemos entre todos y; que Don José Hernández siga discutiendo con Sarmiento.