jueves, 8 de marzo de 2012

EL HOMBRE Y LA MUJER. En su día.


Allá por el año 1993, un hombre decide divorciarse de una mujer, abrumada por su familia paterna, en su patriarcado, se pasaban el poder de padre a hijo hasta que llegó a ser un fratearcado, neologismo que acabo de inventar; todas las decisiones pasaban por “El Cuñado”.
Esa ex pareja llegaron a estar casados por cuatro años y del fruto de la conjunción, nació un hijo. La madre abandona la casa por orden de su hermano y comienza una larga lucha judicial, que dura hasta nuestros días, por el amor de ese hijo.
El hombre plantea el divorcio de la mujer, pero no el divorcio de su hijo y las consultas a los abogados son: “me divorcio y paso alimentos, ¿Cuándo veo a mi hijo?”.
Se abren tres juicios: Uno rápido como el divorcio y dos lentos, el régimen de visitas y la cuota alimentaria.
El juicio de divorcio sale en dos meses con un par de audiencias con el juez, se firma el acta y se sale a festejar.
La cuota alimentaria también sería fácil si los dos ex cónyuges se llevaran bien, pero como en cualquier separación hay algún arrepentido ya se torna en contradictorio. El hombre hizo en su momento, algo inteligente para calmar los ánimos; fue al juez y le solicitó que le embargue el 25% de su sueldo para la alimentación de su hijo; el juez, accedió.
Al poco tiempo, la mujer, no estaba conforme con el 25% del sueldo del hombre, ya sea porque no le creía o porque desconfiaba de su ex por si tenía otros trabajos; entonces al no tener respuestas del hombre ni del juez, decidió interrumpir la relación entre padre e hijo, poniendo trabas al régimen de visitas y solicitando al juez que las visitas sean regidas por una asistente social; el juez, accede.
Es muy difícil para un papá, que paga su cuota alimentaria y desea ver a su hijo, llevarlo a la plaza, convertirse en un padre que lleva a su hijo a Mc Donalds, Ser un papá Mc Donalds obligado por un juez y encima invitar a la asistente social, regidora y tutora de la visita “intima” que requiere un padre y su hijo.
El hombre, con buen atino, fue a quejarse al juez por el estilo de visitas que debía hacer a su hijo y el secretario del juzgado le recomendó a ése padre que si quería seguir viendo a su hijo, debía poner más plata… “sabe lo que pasa… es el vil metal” dijo ese secretario.
Como represalia a esa queja que hace su ex en el juzgado, la mujer, hace una nota solicitando al juez un examen psicológico psiquiátrico al marido; el juez, accede.
El hombre se somete de buena manera al examen psiquiátrico ordenado por un juez, que no le conoce ni la cara. Saliendo de la última entrevista con la profesional, el hombre le pregunta a la psiquiatra.
-¿volveré a ver a mi hijo, en algún momento?
-Si, pero tiene que someterse a los dichos de la madre.
Pasaron dieciocho años… el padre, nunca más volvió a ver a su hijo, pagando el 25% de alimentación de su magro recibo de sueldo y viendo la foto del hijo solamente por un perfil de Facebook.
El juzgado en cuestión, arruinó dos vidas, la del padre y la del hijo. De la madre, no sabemos nada, la mantiene “el cuñado”, maneja un cero quilómetro, cuatro por cuatro, sin pareja estable.
El hombre, volvió a rehacer su vida, teniendo su profesión y manteniendo cuatro hijos.

En el día internacional de la mujer, la palabra mujer, debe llevarse en el alma, orgullosamente desde el corazón y pensando en la vida de sus hijos.

José Luis Senlle
www.jsenlle.blogspot.com

2 comentarios:

Dra.Valeria Mottard - Abogada dijo...

lamentablemente existe una desigualdad terrible entre el hombre y la mujer en el derecho de familia....
Ojala algun dia ...un diputado pueda hacer algo al respecto impulsando una modificacion legal.
Es muy injusto y para los que dia a dia queremos hacer justicia como patrocinante de esos padres... es doloroso y genera terrible impotencia...

Anónimo dijo...

Cuando tienes un hijo, tu ego debe pasar a un segundo plano. ¿Te enamoras de otro/a? pues te aguantas.De cualquier manera acabarás sufriendo pues debes elegir:Tu felicidad o la suya. Al igual que hay cuatro estaciones en el año, y un tiempo para sembrar,nacer, florecer y morir así también ocurre con los hijos. Tal vez creas que te marchitas al lado de alguien a quien no amas en vez de vivir tu vida con otro/a, pero tu siempre puedes volver a florecer una vez ellos "esten a salvo" de tus caprichos. Lo dice una esposa y madre que no se arrepiente de haber renunciado a "vivir mi vida" para proteger la de mis hijos por que no estoy dispuesta a compartirlos, prefiero disfrutarlos a tiempo completo.