Una nación consolidada en sus instituciones democráticas debe contar con políticas de estado perfectamente establecidas y públicas, tan consensuadamente acordadas que tengan un correlato lógico y previsible en su política exterior.
Este accionar no deberá estar sujeto a la voluntad política del gobierno de turno de un partido político, de un sector corporativo o de un periodo histórico.
En relación a la política regional, el Mercosur es un instrumento importante, el cual debe ser profundizado con voluntad política firme, que vaya mas allá del aspecto económico - comercial.
Mi compromiso en este campo es el de reforzar los vínculos con los países miembros y los observadores, además de afianzar acuerdos con los restantes Países Latinoamericanos, excluyendo el privilegio del eje Caracas - Buenos Aires.
La República Argentina por su tradición, su cultura y su religión cristiana posee valores del mundo occidental.
Me propongo fortalecer los vínculos con Europa, principalmente con Italia, donde hoy soy Senador de aquella república, cargo el cual ofrezco para constituirme en un nexo confiable por el cual atraiga inversiones del mundo desarrollado.
Impulsaré una relación con los Estados Unidos de América de reciproco respeto y colaboración, sobre todo, en campos como la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo.
Los derechos humanos, que desde 1994 tienen jerarquía constitucional, tendrán que dejar de entenderse solo a favor de algún sector, haciéndoselos respetar en todo el territorio nacional de manera irrestricta, por toda la comunidad.
Incorporaré el concepto de diplomacia - económica, el cual deberá ser entendido como una gestión de las relaciones internacionales; terminando así el auto aislamiento de Argentina y su decadencia Económico - Institucional.
Continuaré bregando por la restitución de su soberanía en las islas Malvinas. Litigio que costó una guerra y hoy se encuentra incorporado a la constitución nacional en su artículo 75 inciso 22, así como en tratados internacionales.
En síntesis, creo firmemente que una política exterior exitosa deberá basarse sobre el proyecto de cambio de la imagen argentina en el mundo. Lograr que sea avizorada como una nación que busca el conocimiento, los adelantos de la ciencia, los avances de la tecnología digital y de la biotecnología, que confía en la fuerza de sus instituciones, en la independencia y la eficacia de la justicia, que reitera el compromiso con las naciones unidas y sus resoluciones y que anhela la apertura hacia el mundo para alcanzar los máximos niveles de desarrollo sustentable.
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