sábado, 10 de septiembre de 2011

LOS SILENCIOS



Cuando una mente es capaz de proyectarse hacia el futuro, la misma viaja, viaja a una velocidad que se compara a la velocidad de la luz. Los trescientos mil kilómetros por segundo desplazándose de un lado al otro hace que los pensamientos sean instantáneos y que con solo pestañear, ya estemos en el pasado o en el futuro.
Esa velocidad particular, hace que un espejo no sea tal y que cuando nos miremos en él veamos el futuro; cuando escuchamos música, traemos el pasado, pasando por el presente y nos transformamos en futuro.
El silencio es permanecer, el silencio es estar dejando pasar el tiempo a una velocidad increíble, puede transformar o puede quedar estático.
El silencio puede ser ruidoso, silencioso, contemplativo o productivo.
El silencio es ruidoso cuando no podemos escuchar nuestros pensamientos, aquella vocecita baja, apaciguante, tranquilizadora, proyectiva y verdadera que nos da ideas y mira hacia el futuro constantemente.
El silencio silencioso, solo puede lograrse con práctica, es aquel al que los antiguos orientales lo comparan con las quietas aguas de estanque en medio de tormentas.
El silencio contemplativo, es el que nos permite aprender de los otros, sacar experiencia de nuestros antepasados, sin preguntarnos si hicieron bien o mal, con solo buscarlos en el pasado, ubicarlos en el pasado y vivir el pasado; el pasado nos enseña. El silencio contemplativo puede ser productivo si se logra comprender el pasado, ubicándose en el pasado.
El silencio productivo es aquel que puede enseñar a los otros sin decir ni hacer nada; el silencio productivo es la entrega total de experiencias vividas, pasadas, presentes y futuras. Es un acto de amor a la humanidad, con un amor elevado y eterno.
El aumento de ruido externo de nuestra sociedad es contaminante para nuestras mentes; el aumento de ruido es directamente proporcional a la falta de pensamientos críticos y el no poseer silencios hace que la sociedad no avance proyectivamente hacia el futuro.
Es necesario, en todos los tiempos, refugiarse en sí mismo, alejarse del ruido, introyectándose hacia cualquiera de los silencios si poseemos la capacidad de amar a los otros, pensando en el futuro y visualizando la vida de nuestros hijos cuando ellos sean mayores.

José Luis Senlle
www.jsenlle.blogspot.com

4 comentarios:

Raquel dijo...

CALLAR cuando acusan, es heroísmo.
CALLAR cuando insultan, es amor.
CALLAR las propias penas, es sacrificio.
CALLAR de si mismo, es humildad.
CALLAR miserias humanas, es caridad.
CALLAR a tiempo, es prudencia.
CALLAR en el dolor, es penitencia.
CALLAR palabras inútiles, es virtud.
CALLAR cuando hieren, es santidad.
CALLAR para defender, es nobleza.
CALLAR defectos ajenos, es benevolencia.
CALLAR debiendo hablar, es cobardía.

gracieladas dijo...

EXCELENTE JOSE LUIS!!! me lo voy a llevar para que otros lo lean.

Anónimo dijo...

Muy bonito José Luis. Me gustó muho. Un gran abrazo. José

Anónimo dijo...

MB material, lo llevo!!! MaAngélica