miércoles, 8 de febrero de 2012
DESDE LA UDLC HASTA EL PENSAMIENTO CIENTIFICO
Desde que fuimos colonia hasta nuestras fechas, ha habido peleas y luchas filosófico políticas con respecto a cómo y cuándo gobernar. La eterna pendulacion repitente de los argentinos a quienes con nuevas ideas, todas revolucionarias, por cierto, saldremos adelante y volveremos a ser lo que éramos, dentro del top ten de los mejores países del planeta.
La necesidad de liderazgo de las masas y el desagrado critico de la aristocracia a la vulgaridad moderna, llevan a necias luchas que no sirven de mucho.
En nuestro país hay una insuficiencia de positivismo democrático, de creer en “el roban pero hacen” generando una sintaxis negativa de los sin cultura.
El idiotismo proveniente de un gobierno que no sabe lo que busca, por carecer de medios intelectuales e incluso, me animo a decir filosóficos, hace que la sociedad se divida en zombies y comunes.
Las masas son fanáticas por carecer de pensamiento crítico, actúan a escondidas, de noche, con ganas de sangre, particularmente de los comunes, las masas son tan manipulables que al llegar al punto de la muerte del líder, ni siquiera piensan, miran al lado del difunto a quien acaricia un cajón; ese será el nuevo líder.
Entre los comunes hay quien se hizo las preguntas de rigor y otros solo esperan lo que decida la masa. Entre los interrogantes que deba hacerse una sociedad de comunes es “¿de dónde venimos?”, hacerse esa pregunta y repasar la historia de la independencia de cómo fueron los hechos y vivir esa época es la primera pauta del crecimiento intelectual, primero y político después.
Volver al pasado sin preguntarse si los grandes hombres hicieron bien lo que hicieron, sin dogmatismos y ubicándose en la época, es crecer, imitar a los próceres en las actuaciones, es madurar. Si se dejan las críticas de lado, sabiendo que fueron hombres, e hicieron lo que pudieron, viendo la forma, el modo, el lugar y los sentimientos de cada uno, valorando lo bueno, podremos ver la luz que desemboca en nuestro corazón.
El politiquero barato de nuestra época, permanece en su puesto durante largos años, son siempre los mismos, piensa el común de la gente. Lo que hacen estos genios es cambiar de bando cuando las situaciones lo permiten o se lo mandan, hay varios ejemplos.
Los politiqueros nuevos se suben al colectivo que mejor los deja en la parada para hacerse un colchoncito de plata, vivir bien, tener una buena jubilación, obvio, mediante corruptela y aprender de los viejos que ya la hicieron.
La escuela política de la Universidad de la calle es la escuela de la corrupción, del desapego por los demás y de la psicopatía generalizada. El insipiente político de tamaña universidad es el peor de todos, cree que la calle enseña y no entiende que la calle deforma; se transforma en el punterito que consigue favores a la gente para luego conseguir votos bajo amenaza.
La política es el arte de hacer lo posible, se estudia científicamente, cuando un universitario de la calle consigue algo, siempre y sin excepción es algo mal habido.
La política es número, es vida, es filosofía, es sentido común y si un puntero se pone a discutir definiciones que solo se aprenden en los libros, se degradan las palabras.
La política punteril viene del siglo XIX con el manejo de las masas, la realpolitik en nuestros tiempos carece de valor, incluso Napoleón si es traído a nuestro siglo no sabría qué hacer.
La política es la ciencia y el arte de hacer lo posible, de determinar los costos y beneficios de decisiones a tomar, de pensar en las generaciones venideras, la política depende de la observación como hecho científico y como éste, tiene su método y sus prácticas.
Los viejos políticos carecen de ciencia, tomaron el arte como un trabajo y si se trabaja se pierde el arte, se pierde incluso la determinación de cuando retirarse, no se jubilan porque la universidad de la calle les enseña que todo es poco.
Un verdadero estadista sabe sus límites, es dotado de gran responsabilidad y sabiduría.
No existen políticas de derecha, de izquierda o de centro; existe el pensar, razonar, consultar, actuar y el negociar.
Estoy seguro que los comunes, mediante estas letras, se elevarán en sus pensamientos y corazones para realizar, con trabajo, una nación más libre, justa y soberana. Queda en nuestras manos decidir lo que queremos para nuestros nietos, el trabajo es mucho, es construir y sumar. Es patriótico.
José Luis Senlle
www.jsenlle.blogspot.com
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