domingo, 1 de abril de 2012

SOBERBIA



El hombre es, la sombra parece. El hombre pone su honor en el merito propio, la sombra pone el suyo en la estimación ajena y renuncia a juzgarse.
      José Ingenieros. “El hombre mediocre”

La soberbia es definida en el diccionario de la Real Academia Española como el apetito desordenado de ser preferido a otros, concepto que se asocia a altivez y petulancia; es la satisfacción excesiva de la contemplación propia menospreciando a los demás. Es todo lo contrario a la humildad, sencillez y a la modestia.
Hay mucho escrito sobre el “pecado” de la soberbia, sobretodo en textos católicos, la nombra como uno de los siete pecados capitales. El pecado es la transgresión voluntaria de cualquier dogma religioso, es la desviación de lo recto y de lo justo. Lo recto y justo es el bien de la sociedad humana. Definir lo recto y justo en las sociedades modernas continua siendo difícil pero, defino como acto recto y justo todo aquel que no haga daño al otro, en su persona o en espíritu.
San Agustín (354-430) define la soberbia como “la hinchazón del ego carente de grandeza”; en cambio, Nicolás Tommaseo (1802-1874) la caracteriza como una enfermedad difícil de curar.
Se la llama soberbia porque quiere aparentar más de lo que es, desea sobrepasar lo que es, Y es propio de la recta razón, el que la voluntad de cada cual busque lo que le es proporcionado. (San Isidro)
La soberbia no es el más grave de los pecados, pero todos los pecados se agravan con la soberbia.  Una vez instalada empuja a todos los demás desordenes, culminando en el odio.
El soberbio carente de humildad para agradecer, ya que la humildad y el agradecimiento son la antítesis de la soberbia.
El hombre sabio lo es por la grandeza del corazón y por poseer un amor más elevado que el resto de la gente. Cuando un sabio demuestra amor elevado, el común no lo entiende, y lo envidia.
Las personas que no poseen el amor elevado, la luz del corazón, es ignorante de sí mismo.
El maestro, para poder enseñar, debe ser aprendiz; si no lo fuera pierde la capacidad de enseñar transformándose en un fanático, único dueño de la verdad, inamovible y soberbio. Observo una conexión entre soberbia y fanatismo.
El maestro es maestro no solo por los conocimientos teóricos sino también por los prácticos, un joven maestro debe ser aprendiz para continuar el camino de su sabiduría. El aprendiz es humilde.  La humildad es una  posición y una postura. Una posición humilde es la de rodilla a tierra con cabeza mirando abajo, así queda expuesto el cerebro para el ingreso de conocimientos que le entrega el maestro. La postura es la de aprender con la mente abierta para tomar nuevos conocimientos entregados con amor elevado por parte del maestro.
¿Es el maestro soberbio al entregar lo que tiene? Definitivamente no, porque ese amor que entrega al aprendiz es despojado de todo vicio. El aprendiz recibe y critica; por tal motivo el aprendiz aprende. Si el aprendiz es soberbio compite sin armas, corre con desventajas y nunca va a aprender.
¿Puede el maestro entregar su sabiduría a cualquiera? Definitivamente no, no cualquiera está preparado con la humildad suficiente como para recibir conocimientos.
No hay peor vicio que la soberbia de un aprendiz compitiendo con un sabio maestro que tiene su corazón abierto para dar y el necio lo lleva cerrado para no aprender.
El aprendiz es un sabio en formación si no pierde la humildad y postura. El sabio es un aprendiz en constante movimiento en búsqueda de la verdad.

José Luis Senlle
www.jsenlle.blogspot.com.ar

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