La imposición de caudillos en gran parte de latino
américa es una costumbre que sobreviene por parte de la educación impuesta
desde la primera guerra mundial.
En argentina, el caudillismo comenzó con el reinado
de Don Juan Manuél de Rosas imponiendo el reinado de la confederación y
mensajes de odio con respecto a los hermanos unitarios, no respetando ideas e
imponiendo castigos.
La diferencia entre aquella época y la actual es que
el caudillo tenía su contraparte; nunca hubiese existido Rosas si Sarmiento no
fuera su contrario; nunca hubiese existido Sarmiento si no hubiese un Chacho
Peñaloza.
Los caudillos actuales de américa latina no tienen
contrarios, por ejemplo: Ecuador, Bolivia, Cuba, Brasil y Argentina.
Con la muerte del caudillo Venezolano, éste país
hermano, corre el riesgo de continuar en el caudillismo por intermedio de un
consorte que no está preparado para gobernar, un simple colectivero y pistolero
que si gana las elecciones, gobernará con mano más dura que Chávez.
Dejo en claro que los caudillos no son demócratas,
no son progresistas ni mucho menos filantrópicos, siempre dan dádivas para
obtener beneficios ya sean electorales o informativos.
América latina se queda sin su charlatán, que
pretendió poner a Bolívar como su guía y nadie recuerda que Don Simón traicionó
a su amigo y mentor Francisco de Miranda.
Venezuela no debe llamarse República y mucho menos
Bolivariana. Un caudillo que impone, babosea los huesos de un líder
controvertido es porque el líder es controvertido.
Maduro es un líder impuesto por Chávez, como hizo Néstor
con Cristina y todo por las dádivas al pueblo pobre mayoritario. La democracia
latina debe imponerse con líderes que piensen en las futuras generaciones y
nunca en las próximas elecciones.
Sigo confiando en el pueblo hermano de Venezuela,
para un cambio hermanado en la solidaridad, el sentido común y el trabajo en
conjunto.
José Luis Senlle
www.jsenlle.blogspot.com.ar
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