EL doctor Hugo Marietán, psiquiatra eminente, ejerce el profesorado en la Universidad de Buenos Aires, lleva acumulada vasta experiencia en hospitales neurológicos y es miembro de la Asociación Argentina de Psiquiatría. Por si fuera poco, es un experto en asuntos referidos a la naturaleza de los políticos, individuos que, en su concepto, suelen aferrarse al poder como psicópatas.
Ni qué decirlo, el político psicópata es de temer por muchos motivos: se rodea de obsecuentes, manipula al prójimo con habilidad de prestidigitador, miente a rolete y muestra destreza en la adquisición de voluntades, casi siempre a precio vil. "Líderes de este tipo -dijo Marietán a LA NACION el 14 de enero- no toman a los ciudadanos como personas, sino como cosas que tienen que estar a su servicio." A su entender, la conducta del político psicópata es bastante previsible: si logra instalarse en el pináculo del poder, se aferrará a él, no querrá compartirlo o delegarlo y pretenderá establecer allí residencia vitalicia, aun cuando esa cima sea a menudo arrasada por malos vientos.
Un colega del doctor Marietán, el psicoterapeuta costumbrista Sempronio Peribáñez, que también dicta cursos de semiología del tarot en la Academia Coco Basile, va todavía más allá y cree que la mayoría de los líderes políticos padece, casi necesariamente, alguna clase de psicopatía. "Caso contrario, ¿cómo entender que muchos presidentes latinoamericanos quieran ser reelegidos, aun a sabiendas de que la ciencia ha demostrado que ese cargo es insalubre, provoca males terribles, como la insuficiencia aguda del gran simpático?", preguntó días atrás en la peña edípica Cuida tu Escote, Yocasta.
Peribáñez, sorprendido, destacó que el nicaragüense Daniel Ortega, el ecuatoriano Rafael Correa, el venezolano Hugo Chávez, el boliviano Evo Morales y el colombiano Alvaro Uribe ya anunciaron su voluntad de seguir siendo presidentes, bajo condición de que sus respectivas ciudadanías les permitan afrontar tal sacrificio.
De las 18 repúblicas latinoamericanas, sólo México, Guatemala, Paraguay y Honduras no prevén reelección presidencial de ningún tipo. Pero hete aquí que los militares hondureños perpetraron fiero cuartelazo y expulsaron a Manuel Zelaya en cuanto sospecharon que pretendía enmendar la Constitución para acomodarla a sus ganas de usufructuar el poder otro rato.
Advierte Peribáñez: "El poder político implica a quien lo ejerce el grave riesgo de convertirse en psicópata, como se denomina al individuo que deforma la realidad a su antojo. ¡Oh, qué afortunados somos! En la Argentina, a Dios gracias, no tenemos políticos de esa calaña".
N. FIRPO
para La Nación
www.jsenlle.blogspot.com
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