La guerra se gana de dos maneras: Mediante la lucha
cuerpo a cuerpo que, en la época actual se llama debate; ese debate es una
lucha de mente a mente, el que convence se lleva la “Gloria”.
O bien se gana por el engaño, éste último necesita
no solo la mente de uno, sino también la mente y la acción de otros, a éstos
otros se los llama “cómplices”.
La mente es el arma más poderosa que cualquier
espada, lanza o garra, es decir, es más poderosa que el engaño; el engaño es un
artilugio mental de los débiles, quienes
no pueden luchar mediante el debate.
La ley de las guerras es perpetuar los estragos
mentales, espirituales, económicos y sociales, pese a que a nadie le conviene.
En los últimos tiempos, américa latina vive un permanente estado de guerra por la
inoperancia de sus gobernantes; cuando un gobernante no deja tranquilo a su
pueblo, termina por ser un guerrero insoportable que, a la larga, el pueblo
cansado le quita el poder.
El gobernante al ver esto, lo toma como un desafío
mayor y aumenta su poder, sosteniendo su ejército.
Para sostener un ejército tan grande es necesario
saquear todos los lugares, mientras que el oro y la plata va para un rey, las misceláneas
quedan para el ejército; mientras que el pueblo se preocupa para conseguir su
propia riqueza o se ocupa de distracciones (pan y circo).
El campo de batalla para un gobernante sincero y
empático es la mente del votante, obviamente, jugando a la democracia.
El campo de batalla de un gobernante incubo es el
bolsillo y la riqueza de un pueblo
diezmado por misceláneas, son misceláneas.
El pueblo diezmado, no es tonto, se da cuenta que se
encuentra en una guerra y sabe que en la guerra se mata para que no maten. En la
guerra se mata para que no te maten, para no ser desvanecido por el olvido.
El fraude es un típico engaño de un gobernante psicópata
que al robar en su gestión, manda robar para conseguir perdones de sus cómplices;
a eso se le llama fueros.
El recuento de un sufragio fraudulento sin ser
denunciado es legitimar la corrupción y el sálvese quien pueda, nunca serán las
mujeres y los niños primero.
El sentido común de un pueblo que se encuentra en
guerra con sus gobernantes le dice que robar está bien, por el simple hecho de
falta de ejemplo desde la punta de la pirámide.
Estamos en guerra sin saber el motivo ni la
finalidad y lo que asusta es el silencio de los inteligentes, dando el robo por
derecha al pueblo.
Para éste tipo de “gente” en la punta de la pirámide,
no importa lo que el pueblo y los medios de comunicación digan y menos lo que
sucede.
No ven que el tiempo se nos va y con él las ganas de
seguir viviendo?
José Luis Senlle.
www.jsenlle.blogspot.com.ar
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