Ante un despertar
raro, no sabiendo si es tuve un sueño o una pesadilla, me levanto preguntándome
cómo hicimos como sociedad para llegar hasta acá.
Aún entre los vapores
de la ensoñación, decido entablar un diálogo discrónico con Thomas Robert
Malthus (1766-1834) fue un clérigo y erudito Británico con influencias en economía
política y demografía, fue el primero que dijo que la población crece más rápido
que los recursos.
Ésta definición me
hace pensar que si queremos vivir bien hay dos salidas: Aumentamos los recursos
o disminuimos la población y la pregunta que me hago parece fatídica ¿Qué es
más fácil?
Somos muchos para
pocos recursos; ¿Es más fácil disminuir la población mundial o aumentar los
recursos alimenticios?
Para dilucidar mi
problema le pregunté a Charles Darwin que hacemos. Me contestó: Según la selección
natural, los menos aptos abandonan la partida a favor de los más aptos para la
supervivencia.
Las modificaciones genéticas
permiten que unos se adapten y otros no.
Adolf Hitler me diría
que su concepción no estaba equivocada y es por eso que surgió la segunda
guerra mundial para la supervivencia de una raza superior, no lo consulto
porque “Su Lucha”, horrorizó a la humanidad.
Ante tamaño dilema,
me rasqué la cabeza, no pude seguir durmiendo y le pregunté a Charles Sumner (1811-1874),
quien me dijo que la libertad y la desigualdad permiten el crecimiento de las
clases aptas para la supervivencia; mientras que la restricción de la libertad
y la igualdad ayudan a los menos aptos para supervivir, mientras que la población
total se estanca; le pregunté a Don Charles Sumner si éste dilema sería igualar
para abajo y me contestó afirmativamente.
Medianamente convencido
por lo que me dijo, me reúno con Karl Marx, obviamente él fuma habanos
importados, no convidó ninguno ya que disfrutaba de dos medidas de Jack Daniels
y me dijo: Dr. Todos para uno y uno para todos y le pregunto… ¿Y a D’artagnan
donde lo ponemos? Y el hombre, medio caído por las cuatro medidas de whisky y
siendo las tres de la mañana me contesta: No se mijo, eso es cosa suya. Acto seguido,
se levanta y se va a dormir, chocándose
con los marcos de las puertas.
Me voy, desahuciado
por no haberme contestado las preguntas necesarias pienso…
Si en un bote
entramos 40 personas y suben 70, el bote no llega a puerto, con escasa comida y
agua; que haría yo…
Razono, sálvese quien
pueda y elijo mi libertad pero, si elijo mi libertad, restrinjo la libertad del
menos apto para la supervivencia del más apto y si no hubiese elegido ésta opción
no podría contar ésta historia.
La enorme diferencia
entre la igualdad y la equidad no la entiende nadie y tengo que estar vivo para
explicarla.
La enorme diferencia
entre la libertad y el libertinaje la entienden los eruditos éticos.
Lo que hace falta a
ésta sociedad es educación y alimentación para que nos cuidemos entre todos y;
que Don José Hernández siga discutiendo con Sarmiento.