lunes, 28 de noviembre de 2011

EL GOBIERNO DE LOS CÍNICOS


“Hay una clase de hombres despreciables, en su mayor parte serviles y mercenarios que, dedicados desde la infancia a groseros trabajos, no han podido establecer conmigo vínculo alguno; son presa de la esclavitud, están ocupados en ganar su salario y ejercer oficios apropiados a su condición. Consagrados a esas profesiones desde edad temprana, jamás habían escuchado pronunciar mi nombre. Pero llegados a edad viril y al ver a la multitud testimoniar el más profundo respeto a mis íntimos, tolerar su franqueza, buscar amistad, escuchar sus consejos, ceder al más leve de sus reproches, imaginaron que la filosofía dominaba todo con su poder absoluto. El aprendizaje de lo que se necesita para ésta profesión les pareció demasiado prolongada o, mejor, imposible. Por otra parte, sus oficios viles y penosos apenas alcanzaban para su subsistencia, y el yugo de la servidumbre les resultaba pesado, como en efecto lo es. ¿Qué hacen? Toman la decisión de echar el último ancla, fondean en el puerto de la locura, convocan en su ayuda a la insolencia, la ignorancia y la imprudencia, sus aliadas habituales, se abastecen de una nueva provisión de insultos, que mantienen al alcance de sus manos, luego se disfrazan lo mejor posible y adoptan una apariencia semejante a la mía.”
Me pareció oportuno colocar en ésta letra, las palabras de Luciano de Samosata, filosofo nacido en Siria en el 125 de nuestra era. Luciano, odiaba a los falsos, picaros, mentirosos, soberbios, impostores y a toda raza de malvados que en su época eran innumerables.
Lo arriba escrito por Luciano, define perfectamente el cinismo. Un cínico es el que tiene el descaro, la desvergüenza de mentir en defensa de algo reprochable; carente de pudor.
Claudio Flavio Juliano, llamado el apóstata, emperador romano solo dos años, muerto en el 363, propuso desterrar a los cínicos o la muerte por lapidación.
Esto significa que esté de acuerdo o no con los autores citados. Pero cuando se vive en un sistema que le ha puesto el nombre de democracia, la verdadera democracia “gobierno del pueblo” y hablo de “verdadera” de que se trata de todo un pueblo, buscando la verdad en su conjunto.
Cuando el gobierno “del pueblo”, miente, se carece de “verdadera democracia”, por ende, es un gobierno de cínicos.
El pueblo, creyente en teorías pecaminosas del pasado es presa de la democracia cínica; sin poder pensar, elige éste tipo de gobierno que a la larga o a la corta, se arrepiente de haberlo sufragado, llegan a la negación de sus gobernantes, incluso a la demonización de los mismos.
¿Qué le pasa a un pueblo cuando demoniza a un gobernante que voto? Simplemente cree en otro cínico que los pueda llevar de la oreja, como el viejo Heracles, que según Luciano, los llevaba con finas cadenas de oro.
Un pueblo, tantas veces engañado, tantas veces dormido, tantas veces comprado; llega al fin a la frustración de no creer mas en sus gobernantes y entonces piensa que la “política es sucia”, que para llegar a ser político hay que mentir, ser cínico y vestirse con corbata o un lindo vestido negro para conseguir votos.
La política es arte de artes, siempre hablando con la verdad, siempre hablando parresiasticamente, hablando verás, humildemente hablando; la verdadera democracia es mejorar lo que se puede mejorar, con sentido común, creyendo, creciendo, dialogando, parlamentando, cultivando y cultivándose cada uno de los que queremos, pretendemos y anhelamos una verdadera democracia.
Con lo dicho, no me creo adversario de nadie, soy empático de la gente común, porque vengo de allá, de donde la gente puede pensar sin engañarse a sí mismo; es por eso que una verdadera democracia, nace del seno de cada alma y hay tantas verdades como almas habiten éste hermoso suelo.
El gobierno de los cínicos muere todos los días, con cada mentira.

José Luis Senlle
www.jsenlle.blogspot.com