sábado, 9 de junio de 2012

EL HOMBRE. Parte uno.


"Donde quiera que estén las huellas del Maestro, allí los oídos del que está pronto para recibir sus enseñanzas se abren de par en par".

"Cuando el oído es capaz de oír, entonces vienen los labios que han de llenarlos con sabiduría".

¿Qué es el hombre?

Los seres humanos formamos una especie común y las diferencias físicas que tenemos en los rasgos fisonómicos, color de piel, altura y otras peculiaridades, se deben a las influencias del medio ambiente en el que cada raza tuvo que adaptarse. El hombre se asocia a la naturaleza aprovechando lo que ésta le ofrece. El mundo es un solo país con distintas adaptaciones al medio en que vive.

No interviene el azar cuando se combinan genomas de diferentes individuos en la especie.

Tomamos al hombre como un todo y dentro de ese todo se encuentra la dualidad cuerpo y alma. El nacimiento, desarrollo del espíritu y la evolución cualitativa de la inteligencia humana con sentido humanístico son dos herramientas poderosas que pueden contener y reducir tanto como se quiera el instinto de agresión innato que posee el hombre.

El desarrollo de la inteligencia mostró a los seres humanos la conveniencia de sumar esfuerzos para aumentar el “poder de caza” y la mayor capacidad de recolección de alimentos. El paso del individuo solitario a la integración en hordas fue un verdadero adelanto social, más avanzado aún fue el acuerdo entre hordas que permitió al hombre ser un animal solitario para dar paso al Homo Habilis, Erectus, y finalmente Homo Sapiens.

El hombre fue adquiriendo ventajas competitivas en relación con las demás especies animales, convirtiéndose en la especie dominante.

La evolución cerebral hace que el hombre moderno sea un verdadero injerto entre de un animal, prisionero de sus instintos y una inteligencia que le permite tener conciencia de sus actos y el darse cuenta de su propia existencia. Ello le permite distinguir entre el bien y el mal y dotarlo de una voluntad para adoptar una conducta moral; también lo conduce a sobrellevar verdaderos conflictos con el ciego mandato de los instintos.

La creciente y compleja vida grupal va dando origen a la cultura que se ha elevado en calidad cuando los hombres llegan a crear la sociedad de la ley, cuyo fin es el logro del bien común.

Los hombres no podrían nunca construir una sociedad como la de las abejas o como la de las hormigas porque se lo impediría su inteligencia, que lo hace consciente de su propia existencia creando dos fuerzas antagónicas. Por un lado, sus propios intereses como individuo que lo llevan a rechazar a unirse a sus congéneres. Por otro lado, su capacidad de raciocinio le ha ido mostrando no solo la conveniencia de unirse a los demás por cuestiones materiales, sino también por fuerzas afectivas basadas en la creciente solidaridad que se le ha ido desarrollando en millones de años, su inteligencia le hace comprender que cada avance en lo social y hacia la solidaridad, que cada ventaja competitiva adquirida le daba mayores poderes y alcances; han prevalecido los logros obtenidos gracias a esas ventajas competitivas.

Los obstáculos que se oponen al progreso humanitario del hombre son las pasiones que hacen sufrir a los individuos, quienes anhelan poseer las cosas que desean. Las pasiones se agudizan cuando ven cerca lo deseado y en posesión de otros hombres, así es como se desatan las agresiones, las envidias y los odios que no pueden ser atenuados por las esperanzas de obtenerlas en mayores cantidades si colaboran con los otros hombres, en lugar de envidiarlos u odiarlos y, llegado el caso, agredirlos para despojarlos.

Las pasiones lo impulsan a tratar de ser el más poderoso, el más admirado, el mejor. Eso le da fuerzas para luchar por el poder que dará un sentido trascendental a su vida, porque el hombre a diferencia del animal, tiene conciencia de sí mismo y por lo tanto se mide con los demás. Cree que con el poder total, su vida logrará su sentido pleno y verdadero.

La verdadera historia del hombre es la de la evolución de la inteligencia humana, que si bien puede actuar independientemente de su voluntad, no es ajena a ella. A partir del homo Sapiens Sapiens los seres humanos comienzan a tener pensamientos trascendentes y el proceso culminaría cuando la función cerebral comienza a independizarse de las manos y se convierte en órgano receptor y procesador de información.

El hombre es la sumatoria de animal más conciencia de sí mismo y esa conciencia se transmite de generación en generación, no dejando de ser animal, una animal pensante. Lo espiritual constituye una forma particular y superior de vida que tuvo su origen cuando apareció el pensamiento conceptual, y esto fue posible con el cambio cualitativo de la inteligencia en el hombre, lo cual le permitió no solo saber y aprender cosas sino también darse cuenta que sabía y aprendía. Los hombres cuando comienzan a obrar socialmente constituyen un conjunto supraindividual que resume la esencia del espíritu humano, se produce una obra compuesta por muchos cerebros que actúan en forma conjunta e interdependiente con factores de desarrollo del conocimiento y de la cultura.

La forma de transmisión es más rápida que la genética pues la comunicación entre los hombres y entre las diferentes culturas es instantánea.

Sabiendo que el hombre es un animal inteligente y el instinto es común a todos los animales, se infiere que al hablar del hombre se habla de su inteligencia, de su alma y de su vida.


José Luis Senlle.

PRIMERA PARTE.

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